Interview

Muertos siempre van a haber. Entrevista a la marmolería El Nazareno

Fuimos al Cementerio General de Santiago de Chile y conversamos con los talladores de mármol de la Marmolería El Nazareno ubicada en Avenida Valdivieso 584.

Fotografías por Diego Reyes

Patricio Truenos —

El cementerio General de Santiago de Chile está ubicado en la comuna de Recoleta. Fue construido hace 200 años y tiene 86 hectáreas con más de dos millones de muertos siendo uno de los más grandes de Latinoamérica. Los cementerios son museos, ahí podemos encontrar historia, diferentes estilos, técnicas y tipografías que van quedando como evidencia en el tiempo.

Hace tiempo quería ir al Cementerio General de Santiago, quería ir a ver letras talladas. Quizás como un descanso del trabajo en el computador. Sabía que por la entrada principal del cementerio, en la Avenida Recoleta justo donde está el metro estaban las marmolerías. Un día de Julio armé el panorama, fui al cementerio, visité el memorial de los detenidos desaparecidos y finalmente di un paseo por la Avenida Valdivieso. Esperaba poder conversar con algún artesano viejo que grabara el mármol, alguien a quien yo viera y pudiera saber sin dudar que esta persona dominaba la técnica.

–¿Qué necesita? ¿Quiere preguntar por algo?

–Pffff, sí. No se por dónde partir ­–
le­ dije.

Don Ruben se dio cuenta rápido que no estaba ahí por un muerto. Conversamos un poco fuera de su local y pronto entré porque me mostró la foto de su padre, primera generación de talladores de esta familia. Ese día estaba él, su hijo y su nieto. Así que en ese momento pude ver a cuatro generaciones presente de alguna forma.

La idea de esta visita era presentarme para ir otro día en el que tuviera menos trabajo y así poder conversar libremente. Mi primera visita a la calle de las marmolerías no tenía un destino específico, pero mi segunda ida fue directo a la Marmolería El Nazareno ubicada en la calle Avenida Valdivieso 584. Esperaba encontrar a Don Ruben, pero me encontré con Alejandro Neyra Cirano, su hijo.

Alejandro Neyra Cirano - Fotografía por Diego Reyes

Primero sucedieron las típicas preguntas para captar un trabajo, pero le recordé que había andado por ahí dos semanas antes y que quería entrevistarlo.

Podemos conversar a medida que termino este trabajo.

También le pido que me haga una pieza. Me pregunta cómo quiero las letras y yo digo que cinceladas. Ahí cambió el tono y vi cómo se emocionó, porque las letras cinceladas ya no son un encargo común.

Ya mira, aprovecha loco que estoy desocupado –me dice mientras deja de lado el tallado que estaba haciendo.

Mi abuelo tallaba por el año 40 –me muestra la misma foto que antes me mostró don Ruben cuando dijo mi padre tallaba por el año 40– Ya son cuatro generaciones. Justo antes de partir lo llaman por un trabajo que estaba por terminar, y pienso que lo difícil que debe ser hacer este tipo de trámites.

–¡Ya me maquillé! –me dice cuando termina la llamada

Fotografía por Diego Reyes

¿Es muy difícil trabajar con gente que está en esto? usted trabaja con gente a la que se le murió alguien.
–Aquí de cierta forma uno tiene ocupar un resto de sicología, sacar un “cuadro descriptivo” de la persona. Ponte que llega un persona que hace poco tiempo falleció su hijo. Nosotros estamos preparados para enterrar a nuestros padres, pero nunca a nuestros hijos. Tú tienes que hablarle con harto tacto.

Para encargar las lápidas ¿Viene la persona? o ¿mandan a alguien?
–Viene la persona. Cuando viene gente a renovar, ya vienen con una actitud más chacotera. Mi papá era curao, ¿le puede hacer una copita? La gente pide de todo.

Ya está asumida la pérdida.
–Claro es parte de la vida y hay que dejarlo descansar. Acá hemos trabajado para padres y madres, para hijos, amigos, famosos, para familias con detenidos desaparecidos. Todos vamos a perder a alguien querido.

¿Cuánto tiempo lleva trabajando acá?
–Llevo desde los 16 años, igual que mi hijo. Llevo 31-32 años haciendo lo que hago, pero entremedio de las piedras, toda mi vida. Yo soy tercera generación, pero andan los chicos (sus nietos) metidos por acá agarrando la maceta (martillo para el cincel) y el cincel.

Herramienta maceta. Fotografía Diego Reyes
Herramienta maceta. Fotografía Diego Reyes

El cincel es el que vale.
–Claro, cómo Michelangelo. Ya muestra tu gracia –le dice su hijo Sebastián.

Le escribo mi frase a mano alzada en un papel que me dio. “¿Cómo seguimos en este mundo que se acaba? 2022”, frase que me resuena estos últimos días. Escribo la frase con la misma letra que anoto un nombre o alguna indicación que me dan por teléfono, la misma que uso para una lista de cosas para comprar en el supermercado. Sebastián le pregunta a su papá si le pone a Camilo Sesto, no espero su respuesta y ya sonaba Donde estés, con quién estés.

Sebastián, hijo de Alejandro. Fotografía por Diego Reyes
Detalle del taller. Fotografía por Diego Reyes

¿Le gusta trabajar con una música en específico?
–En la mañana ponemos música motivacional, Tecnotronic, pero igual uno tiene que estar concentrado, porque los centímetros uno los tiene en el cerebro, tienes que calcular el espacio y cómo distribuyes la cantidad de letras.

En este momento él toma un trozo de papel y le hace dos marcas, para medir altura de la letra y la otra para la interlinea. Con esto marca un punto al inicio y otro al final. Luego marca las líneas. Seguido a esto usa una escuadra para hacer la grilla de las letras. Supuestamente este es el boceto para calcular el espacio de las letras, pero lo hace con una precisión que da a entender que el tallado ya está diseñado. Solo está haciendo aparecer las letras que ya están en el mármol. Va marcando letra, espacio, letra, espacio, letra espacio, como proporción utiliza cuatro espacios por letras, con excepción la M y la W que son más anchas a las que les da un espacio extra y la I e i que solo tiene uno.

–Le voy a poner unas ramitas para que no queden tan guachitas –me informa Alejandro.

Fotografía Diego Reyes

Mientras hace todo esto yo me quedo callado viendo con la precisión con la que hace las letras. No quería distraerlo nada, ver la maestría de alguien que lleva más de 30 años haciendo lo mismo es un momento hermoso.

Es fácil borrar la grilla porque es con lápiz grafito, pero ¿qué pasa cuándo se equivoca tallando? o ¿ya no se equivoca?
–Hay que hacer un leve rebaje, siempre te vas a encontrar con la piedra. Y claro que uno se equivoca, uno se distrae, llegan clientes, te hablan y perdiste el corte. Tienes que tener mucho sentido de concentración y tener los temperamentos bien controlaitos porque algunos clientes te sacan de quicio.

Ahí aparece otro integrante de la familia, Maximiliano otro de los hijos de Alejandro. También trabaja el mármol, pero dedicado a la preparación de las piezas que recibirán las letras. Me hace una clase rápida de los tipos de mármol. Generalmente se trabaja con el mármol de Carrara porque tiene menos vetas, pero existen otros tipos de mármol con sus colores propios que son designados por el lugar de extracción, como el mármol rojo Verona. Incluso me enseña que en Chile existe el mármol rojo de Vallenar, pero que la extracción es muy costosa y delicada, siendo más fácil traer el mármol desde Italia. Por otro lado existen las capillas de mármol pero están en lugares protegidos, también existe la piedra Travertino, que es un material familiar al mármol pero no tiene la nobleza de este. Maximiliano me cuenta que el mármol usado en cementerios es el Carrara, el café Emperador, verde Ubatuba, negro Brasil.

Detalle del taller. Fotografía Diego Reyes

–Ya loco, vamos a los que nos conlleva que es la parte que me gusta a mí –me dice Alejandro, mientras busca el cincel y su maceta.

Mi amigo Diego, quien miraba con atención el taller El Nazareno se da cuenta de que entre las herramientas había un ajo. Y le pregunta para qué lo usaba. El ajo es otra herramienta fundamental para el bocetaje. Al mármol se le refriega con ajo para que genere una capa y así puede ser rallado por el lápiz, sin esta capa, rayar un mármol es imposible por su superficie tan lisa.

Alejandro comienza a tallar todos los trazos horizontales de las letras y nos cuenta que tuvo un periodo de adicción. En ese momento de su vida le robaron una mochila llena de herramientas. Me cuenta que dentro de todas sus herramientas caras, lo que más lamenta es haber perdido su maceta, herramienta que tuvo 28 años, se la había regalado su padre para aprender a grabar, estaba encariñado con esa herramienta y le conocía el peso.

 

Detalle de grilla y mano de Alejandro Fotografía por Diego Reyes

Me cuenta que la letra cincelada es mucho más lenta, antes que saliera la máquina, dándole fuerte y duro grabando podías cortar 1200-1500 letras.

–No es por cachiporrearme, pero soy o llegué a ser uno de los más rápidos grabadores de cincel. Los otros hacían de 1000 para abajo. A máquina puedo hacer 5000 o 6000 letras.

Mientras traspaso la entrevista al limpio y leo esto que me dijo Alejandro cuento las letras que llevo escritas en la entrevista hasta el momento: 6566 letras, sin hacer mucho esfuerzo, mientras recuerdo cómo golpeaba el cincel para hacer una línea pequeña. Primero hizo todas las marcas horizontales superiores de los trazos, después las horizontales inferiores. Cada línea de la letra está compuesta por dos cortes que forman una V. Cuando terminó todas las líneas horizontales siguió con las verticales. No demoró nada.

Detalle pieza de mármol tallada. Fotografía por Diego Reyes
Alejandro usando la maceta y el cincel. Fotografía por Diego Reyes
Detalle pieza de mármol con pintura. Fotografía por Diego Reyes

¿Ya no le piden mucho letras cinceladas?

–No. Piden cuando se les mueren más familiares y tienen que agregar un nombre a la lápida, ahí hay que igualar el prototipo de la letra.

¿Se notan las manos diferentes de los artesanos?
–Si. Una bonita letra tiene que quedar en corte en V. Ahí se reconocen las manos, en eso yo reconozco la letra de alguno de mis colegas y de mi papá.

Con la llegada de la máquina para grabar, ¿la calidad ha bajado?
–No, las letras pueden quedar igual de lindas, pero muy superficiales. El golpe deja más marca en el mármol.

¿Hay alguna letra más difícil?
–No, no encuentro ni una letra más difícil, solo llevan más cortes.

Sebastián dice que no deben haber más de 50 personas en Chile que están trabajando el mármol con cincel. Él aun no sabe y espera aprender. Si se corta la luz este caga, dice Alejandro mientras sigue cincelando el letrero que le encargué. Primero fue la Dremel y ahora es el corte láser. Me muestran una virgen María hecha con láser, y se ve fría, al lado hay otra igual, al ver la repetición exacta de esta imagen se genera un vacío inmediato. No hay registro de un gesto en ese tallado. Todos estandarizados, como si no fuera suficiente con la imagen estandarizada de la virgen, ahora hay lápidas estandarizadas con su figura. Sebastián me dice que la gente prefiere el láser porque siempre quieren lo mejor para su muertos, pero yo solo pienso ¿por qué es mejor el corte láser? La belleza de esto son las letras que está terminando de tallar Alejandro. Cuando me entrega la pieza de mármol me sorprende el peso, sabía que sería pesada por ser piedra pero aun así me sorprendió. El peso de la lápida pareciera ser parte de la solemnidad del ritual de la muerte. Mientras pienso esto, Sebastián dice, es un buen trabajo, muertos siempre van a haber.

Puedes visitar la marmolería El Nazareno en Avenida Valdivieso 584, Recoleta, Chile. 

Sebastián y Alejandro, Marmolería El Nazareno. Fotografía por Diego Reyes

Santiago, 2022.

The dead will always be there

We went to the General Cemetery in Santiago, Chile, to speak with the marble carvers of Marmolería El Nazareno, located at 584 Valdivieso Ave.

Photographs by Diego Reyes

Located in the neighborhood of Recoleta, the Santigo General Cemetery is one of the oldest and largest in Latin America. For over 200 years it has housed the remains of more than two million people, spread out over 86 hectares. Cemeteries are museums; places where history, various styles, techniques and fonts endure through time.

I had been meaning to go there for a while to look at hand-carved letters, perhaps in part to take a break from working on the computer. I knew the marmolerías (shops where hand-carved headstones are made) were near the subway, right by the main entrance to the cemetery on Recoleta Ave. I made plans to go in July. After a visit to the Memorial to the Disappeared, I made my way to Valdivieso Ave. I was hoping to speak to one of the old craftsmen who work with marble, to watch someone who had mastered the technique at work.

A man at one of the last shops on the row asked if he could be of assistance, motivated either by a potential sale or by the excitement on my face as I watched the carving process.

–What do you need? Can I help you with anything?
–Ummm, yes. I'm not sure where to begin, though ­– I­ replied.

Don Ruben quickly caught on that I wasn't there to visit the departed. We chatted for a while outside his shop and I was soon invited in to look at pictures of his father, the first of four generations of carvers in his family. Since his own son and grandson were working at the shop that day, I got to see them all at the same time.

The idea was to introduce myself that day and then come back when I had time for a longer conversation. My first visit to the marmolerías had no particular destination, but the second time I went straight to El Nazareno, located at 584 Valdivieso Ave. I was expecting to find Don Ruben, but I ran into his son, Alejandro Neyra Cirano.

After reintroducing myself, I reminded him that I had been there two weeks earlier and that I wanted to interview him.

We can talk while I finish up this job.

I also asked him to make a piece for me. When he asked me how I wanted the letters done and I said chiseled, I saw his face light up, because chiseled letters are no longer a common type of commission.

Ok my friend, let's talk while I'm not busy –he tells me, setting aside the carving he was working on.

–My grandfather was carving back in the 40s. – he shows me the same photo that I had seen earlier – That's four generations and counting.

As he takes a phone call about some nearly finished commission, I reflect on how challenging this line of work must be sometimes.

–There, all set! –he says once he gets off the phone.

Is it hard, working with people who are going through this? We're talking about grieving families here.

–In a way, you have to use a little psychology to "diagnose" the person. Say someone comes in who recently lost a child. We are prepared to bury our parents, but never our children. You have to speak to them very tactfully.

Do people order the tombstones in person or do they send someone else to do it?

–They come in person. If they come for a restoration job, they have a much more relaxed attitude. My dad was a big drinker. Can you carve him a little wine glass? People will ask for anything.

They have already dealt with the loss.

–Sure, it is a part of living and at some point, you get over it. We have worked for fathers and mothers, for sons and daughters, friends, celebrities, for the families of disappeared prisoners. We are all going to lose a loved one eventually.

How long have you been working here?

–Since I was 16, just like my son. I have been doing this for 31-32 years, but my whole life has been lived among stones. I am a third-generation stone mason, and now my grandkids are around here somewhere, playing with the mallet (a special hammer for chiseling stone) and chisel.

The chisel is the what counts.

–Sure, like Michelangelo. Now you get to show off –says his son, Sebastián.

I write a sentence in freehand on a piece of paper he gave me. "How do we go on in this world that is ending? 2022". The phrase has been on my mind these days. I write it in the same handwriting I would use to write down a name, some directions I got on the phone or the grocery list. Sebastián asks his dad if he wants to hear Camilo Sesto, but Donde estés, con quién estés starts playing before an answer even comes back.

Do you like working to specific music?

–In the morning we play motivational music, Tecnotronic, but you still need to focus because the centimeters are all in your head. You need to calculate how to distribute the letters inside the space.

With those words, he takes a piece of paper and makes two marks, one to measure the height of the letter and the other for the interline spacing. He then marks a point at the beginning and another at the end, then come the lines. After that, he uses a triangle ruler to make the grid for the letters. This is only meant to be a sketch to calculate the spacing of the letters, but he does it with a precision that suggests the carving is already designed and he is simply bringing the letters embedded in the marble up to the surface. He marks a letter, then a space; letter, space, letter, space. The ratio is four spaces per letter, with the exception of the M and the W, which are wider and require an extra space, and the I, which needs a single space.

–I'm going to put some twigs in there so they don't look so lonely –Alejandro tells me.

I watch him work in silence, observing the precision with which he makes the letters. I try not to distract him at all. There is a beauty to witnessing a master craftsman with 30 years of experience at work.

It's easy to erase the grid because it's just graphite pencil, but what happens when you make a mistake in the carving? Or do you not even make mistakes anymore?

–You have to make a small reduction. There is always enough stone for it. And you do make mistakes: you get distracted, customers show up, they start talking and you miss the cut. You need to focus and try to keep calm, because some customers can get on your nerves.

Another member of the family joins us at this point: Maximiliano, one of Alejandro's other children. He works with marble as well, preparing the stones that will later be carved. He gives me a quick primer on various types of marble. They mostly work with Carrara marble because it has fewer veins, but there are other types of marble with their own colors, named for their place of extraction, such as red Verona marble. I learn that red marble can be found in Chile, around Vallenar, but that it is very expensive and difficult to source, and it is easier to bring the stone from Italy. There are also the natural formations known as Marble Cathedrals in protected areas, as well as Travertine stone, which is a similar to marble but less prized. Maximiliano tells me that the marbles used in cemeteries are Carrara, brown Emperador, green Ubatuba and black Brazil.

–Ok my friend, let's get down to business. This is my favorite part –says Alejandro, reaching for his mallet and chisel.

It was at this point that my friend Diego noticed a head of garlic among the tools in the workshop. As it turns out, garlic is essential to the sketching process. The marble is rubbed with garlic until it is coated in a layer thick enough to scratch with a pencil. Without this coating, the smooth stone surface is impossible to draw on.

Alejandro begins by chiseling all the horizontal letter segments, as he tells us about his past struggles with addiction. His tool bag was stolen, which marked the start of that dark period. Out of all his expensive tools, he regrets the loss of his mallet the most: it was a gift from his father to encourage him as he learned to carve stone, which he had used for 28 years. He was fond of feeling its weight in his hand.

Chiseling letters is a slow process. Before engraving machines became common, a hard-working craftsman could hammer out 1200-1500 letters, he tells me.

–Not to sing my own praises, but I am (or was, at one point) one of the fastest chisel engravers around. My colleagues would do 1000 or less. Using a machine, I can do 5000 or 6000 letters.

While typing out this interview, I re-read that statement and count the letters I have used so far: 6566 without breaking a sweat. I think about the way he had to hit the chisel to make a small line. First, he made all the upper horizontal marks of the strokes, then the lower ones. Each line of the letter is made up of two cuts that form a V. Once the horizontal lines were done, he started on the vertical ones. It didn't take long at all.

Is chiseled writing much in demand nowadays?
–No. People ask for it when more relatives die and they need to add a name to the headstone, then you need to match the lettering style.

Is there a noticeable difference between craftsmen?
–Yes. A nice letter has to be V-cut, that's where the craftsmanship shows. I can recognize my father’s and some of my colleagues’ work by their technique.

Has the quality gone down since engraving machines came out?
–The letters look just as good, but they end up a bit shallower. Striking the marble leaves a deeper imprint.

Are there any especially difficult letters?
–I don't think any letters are harder to do, they just require more cuts.

Sebastián thinks there can't be more than 50 people in Chile who work using this method. He's eager to learn it himself. If the power goes out, he's screwed, Alejandro says, as he keeps hammering away at the sign I commissioned. First it was the Dremel, now it's the laser cutter. He points to a laser-cut statue of the Virgin Mary, standing next to an identical copy. The repeated images create an instant feeling of cold emptiness. The carvings here show no sign of a human touch. They are all just standard issue. And if a standard figure of the Virgin was not enough, there are standard headstones with her image on them now. Sebastian tells me that people prefer the laser because they always want the best for their dead, but I just wonder, what makes laser cutting better?

There is real beauty in the carved letters Alejandro is finishing up. I am surprised by the weight of the marble when he hands me the piece. I knew stone would be heavy, but I was stil shocked. Its weight seems to add to the solemnity of the ritual of death. This is a good job –Sebastián tells me as I ponder the thought–, the dead will always be there for us.

You can visit marmolería El Nazareno at 584 Valdivieso Ave., Recoleta, Chile.